Los yacimientos
En los quince kilómetros de largo por dos de ancho que tiene
el valle hay documentada lapresencia de ciento siete yacimientos
prehistóricos, “lo que supone una densidad de ocupación
impresionante” según Manuel Ángel Rojo, profesor
titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
de Valladolid, quien en 1994 comenzó los trabajos de
excavación en los distintos yacimientos. El primero en ser
presa de las paletas y pinceles del equipo de arqueólogos fue
la tumba neolítica bautizada como Peña de la Abuela.
Los trabajos en este enclave se alargaron durante cuatro años.
La
Peña de la Abuela es una tumba monumental cuya
estructura fue concebida para ser clausurada ritualmente mediante el
fuego y su posterior perduración en el paisaje a través
de su monumentalización. En ella se encontraron los restos de
once adultos y dos niños acompañados por ofrendas
colectivas de industria lítica, como láminas y hachas
pulimentadas, y espátulas rituales de hueso. Este lugar de
enterramientos fue utilizado durante varias generaciones como panteón
colectivo de una comunidad que habitaba el valle a principios del
sexto milenio antes de Cristo. En él se aprecian dos áreas
diferenciadas, una zona noble donde el ajuar es más abundante
y de mayor calidad y en la que los enterramientos aparecen claramente
separados del resto, y una segunda área compuesta por los
demás enterramientos que no presenta tratamiento diferencial
alguno.
Esta
tumba fue clausurada mediante un incendio ritual de gran intensidad
que duró varios días. Una vez quemada se construyó
sobre ella un túmulo de piedras rematado con un menhir. “De
este modo se integró el monumento en el paisaje y sirvió
como marcador de propiedad de las tierras circundantes del valle”
según palabras de Ignacio Delgado, coordinador del campo de
trabajo.
Durante
estos años también se trabajó en otros dos
enclaves conocidos como La Lámpara y La Revilla del
Campo. En este caso no se trata de tumbas, sino que son restos
arqueológicos de los poblados de los primeros moradores que
habitaron el valle. Para el doctor Rojo estos pioneros fueron los
responsables de la introducción de las nuevas formas de vida
basadas en la agricultura y la ganadería, hasta entonces
inéditas en estos territorios. En estos yacimientos, que datan
del VI milenio antes de Cristo, se encontró restos de cereal,
ganado, molinos de mano y cerámica.
En
1999 comenzaron los trabajos en el Túmulo de la Sima,
la tumba prehistórica más compleja y monumental de las
que han sido excavadas hasta la actualidad en el Valle de Ambrona.Situada
al pie de la ladera, próxima a la laguna que le da su nombre,
su fundación se remonta a principios del IV milenio antes de
Cristo, cuando se construyó un panteón de mampostería
de piedra caliza, de planta circular, con un vano de acceso. En el
interior de la cámara se depositaron los cuerpos de los
fallecidos, hasta que, como en La Peña de la Abuela, se
decidió cerrar la tumba con un incendio que pudo durar varias
semanas y que redujo la estructura cameral a cal viva. Pasado el
tiempo una nueva cámara funeraria se levantó sobre los
restos de la anterior, sin embargo, ésta no fue entregada al
pasto de las llamas. En el interior de la misma se encontró un
espectacular osario, junto a los elementos del ajuar de los muertos,
formado por un hacha pulimentada, grandes láminas de sílex
y cuentas de collar.
La
última fase de utilización del Túmulo de la
Sima se sitúa en el 2300 antes de Cristo, en pleno apogeo
de la cultura campaniforme, cuando se produjeron una serie de
enterramientos individuales. El ajuar de estos enterramientos,
compuesto por objetos metálicos como hachas y puntas de
jabalina, de los más antiguos del interior peninsular, y una
veintena de recipientes cerámicos bellamente decorados,
deparaba una sorpresa a los investigadores. El análisis
químico de las caras internas de las cerámicas
determinó que habían sido utilizadas para contener
cerveza prehistórica, la más antigua documentada en el
continente europeo. “Dicha bebida, a diferencia de lo que sucede en
la actualidad, no era de uso común, sino que estaba reservada
a determinados actos sociales, tales como ritos funerarios” según
Manuel Ángel Rojo.
En el
verano de 2002 comenzó la excavación en el Abrigo de
Carlos Álvarez que continúa en la actualidad. Según
Ignacio Delgado “se trata de un lugar excepcional que cuenta con
unas interesantes pinturas rupestres esquemáticas”. Las
pinturas fueron descubiertas por el ya fallecido Carlos Álvarez,
quien fue director del Archivo Histórico Provincial de Soria.
La excavación a los pies del abrigo ha revelado la existencia
de una prolongada e intensa ocupación humana del lugar que se
remonta a los inicios del Neolítico y perdura hasta la Época
Moderna, pasando por niveles de época campaniforme, de la Edad
del Bronce, del Hierro, los romanos y Medieval.
Durante
el presente año, además de continuar los trabajos en el
Abrigo de Carlos Álvarez, el equipo del doctor Rojo ha
comenzado el estudio de los yacimientos de Pozuelo,
Valdepernales y Dolientes I y la prospección
visual de otros dieciocho yacimientos.
La cerveza prehistórica
El
descubrimiento de que los vasos campaniformes que componían el
ajuar funerario del Túmulo de la Sima contuvieron una
cerveza prehistórica, la más antigua documentada en
Europa, supuso uno de los hallazgos más llamativos desde que
hace ya casi una década empezaron los trabajos arqueológicos
en el Valle de Ambrona.
Este
descubrimiento retrocede la presencia de la cerveza en el Viejo
Continente hasta mediados del tercer milenio antes de Cristo,
retrasando en más de dos mil años el anterior registro
perteneciente al poblado catalán de Geno. Aún así,
las evidencias de elaboración de cerveza mas antiguas del
mundo quedan muy lejos de las del Valle de Ambrona, pertenecen a la
antigua Mesopotamia, hace unos seis mil años.
La
cerveza encontrada en el Valle de Ambrona era una bebida “sin gas,
que al no llevar lúpulo, planta que se empezó a añadir
en la Edad Media, no es amarga, y que tiene las características
frutales y florales de las hierbas utilizadas. Al probarla parece
rara, pero es bebible y refrescante, y al tomarla te apetece otra”
comenta Benet Fite, maestro cervecero.
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