La enseñanza
española:
un problema sin resolver
La enseñanza se puede decir que ha sido y es uno de los problemas endémicos de la Sociedad
española.
Uno de los primeros intentos serios de resolverlo fue
la Ley Moyano de 1.870, que establecía
la enseñanza primaria, enseñanza media y superior o universitaria y de cuyas
rentas, con mas o menos reformas, entre
ellas las Leyes de 1953, se fue tirando hasta 1.970. En ese año ya en la etapa final del Régimen de Franco,
se promulga la Ley General de Educación, que al mismo tiempo que suponía un avance social al intentar poner la
educación gratuita al alcance de todos ricos y pobres, vino a descomponer el
sistema educativo clásico de enseñanza
primaria, media y Bachillerato y Formacion Profesional. Si en
lo primero acertaba plenamente en lo segundo se puede decir que ocurrió lo que
en su misma exposición de motivos advertía:
“ Una reforma, aunque la inspiren muy nobles deseos,
no siempre sirve para mejorar la situación existente. Y cuando se trata de
reformar algo tan trascendente y delicado como la educación, todo estudio y
reflexión de las nuevas medidas y orientaciones es poco”.
No debieron los equipos del entonces ministro de Educación
Villar Palasí, encabezados por el famoso profesor Diez Hochtleiner, estar muy acertados pues
dibujaron un sistema de educación
preescolar, Educación General Básica
Bachillerato y Universidad tan poco efectivo que hizo necesarias nuevas reformas.
Pero a
nuestra enseñanza la seguía persiguiendo su mal sino y de aquellos barros vinieron los lodos de la Ley de Ordenación General del sistema educativo, (LOGSE), de 1990 promovida por el partido Socialista,
que estableció la educación infantil,
enseñanza primaria y secundaria con carácter obligatorio y bachillerato ESO,
Aunque llena como la anterior de buenas intenciones ideológicas, los resultados
prácticos no fueron muy positivos, aumentando el fracaso escolar.
La insatisfacción con el nuevo sistema provocó
tímidas reformas del Partido Popular
con la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) de 2002
que no llegaron a aplicarse totalmente pues fue derogada nada más llegar el PSOE de nuevo al poder, que
promovió una nueva ley, la Ley Orgánica de Educación (LOE) de3 de mayo de 2006. Esta ley establece en su
preámbulo que tiene como objetivo adecuar la regulación legal de la educación
no universitaria a la realidad actual en España (educación infantil, primaria,
secundaria obligatoria, bachillerato, formación profesional, de idiomas,
artísticas, deportivas, de adultos) bajo los principios de calidad de la educación
para todo el alumnado, la equidad que garantice la igualdad de oportunidades,
la transmisión y efectividad de valores que favorezcan la libertad,
responsabilidad, tolerancia, igualdad, respeto y la justicia, etc.
El resultado ha sido que aparte de no resolver los
problemas los ha agravado y además ha hecho que una parte importante de las
familias se sienta agraviada con un nueva asignatura la de Educación para la
Ciudadanía, más que por la idea de la asignatura que puede ser aceptable, por la imposición unos determinados contenidos que chocan con principios éticos y
concepción de la sociedad que solo son competencia de los padres.
A este panorama hay que añadir la cesión de competencias
educativas a las comunidades autónomas que han utilizado para procesos, mas que
de normalización lingüística, de verdadera imposición de las lenguas regionales
y la marginación del español.
Mientras la Ley Moyano duró cien años, en los
cuarenta años siguientes hemos sufrido cuatro grandes Leyes nacionales y varias
autonómicas y los resultados no acaban de convencer.
¿ Qué
es lo que ha fallado para que se denuncie en
toda España el fracaso de nuestro
sistema educativo confirmado desde fuera por el famoso Informe del
Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA de la OCDE?
No es fácil de decir, pues confluyen muchas causas: el demostrado fracaso de la organización del
sistema educativo; los cambios en la
sociedad española que antepone la comodidad y la diversión al trabajo; los
propios cambios en la institución familiar en plena crisis, con cada vez mas
niños de familias monoparentales; el fallo del profesorado que cada vez ve más
la enseñanza como un empleo remunerado y menos como una vocación profesional de
servicio a la sociedad; la pérdida de autoridad de padres y docentes, y sobre todo la falta de una escala básica
de valores asumidos por toda la sociedad española.
Si queremos acabar con este estado de cosas habrá que volver
a unas reglas básicas que se pueden resumir en estos principios:
-- la educación personal corresponde a las familias y
no es delegable,
-- la enseñanza de conocimientos es una
responsabilidad del sistema educativo
-- la sociedad tiene que apoyar a las familias y a los
enseñantes dándoles los medios y la autoridad necesarios
--
el
establecimiento como objetivo de una escala valores fundamentales.
De las leyes hay que esperar sensatez, y claridad de
ideas. Nos hacen falta leyes menos ambiciosas, mas sencillas y claras y que no pretendan adoctrinar sino
simplemente enseñar.
J.E.D.
|